Tras días
de sequía inspirativa hoy me he levantado con ganas de escribir. No sabía de
qué, pero me apetecía hacerlo. Así que me puse a buscar las efemérides del día,
que es lo más socorrido en estos casos. Y me he encontrado que hoy comparten
protagonismo dos “celebraciones” que, aparentemente, nada tienen que ver entre
sí.
En primer
lugar es el Día Mundial de la Poesía, un tributo al verso que la UNESCO propuso
en el año 2001. Yo, particularmente, no soy ninguna entendida. Me considero más
prosista. Disfruto leyendo a Bécquer y a Machado, incluso varios poemas de
Alberti, por supuesto. Pero hasta ahí llega mi conocimiento. Las maravillas de
la rima y la métrica se las dejo a alguien más ducho en el tema. Yo me limito a
disfrutar leyendo determinados poemas, y a sentir la belleza de las palabras y
de la ironía dicha de una forma tan fina que a veces resulta casi imperceptible. Y envidio
aquellos que son capaces de expresar tanto con textos tan cortos y llenos de
belleza.
Lo segundo
que celebramos hoy es el Día Mundial del Síndrome de Down. Estoy segura de que
todos, más cerca o más lejos, hemos conocido a alguien que sufre esta
discapacidad. Hoy en día afecta a unos 34.000 españoles, y los estudios han
permitido saber su origen. Ellos no son distintos, ni están enfermos. Solo tienen
un cromosoma de más. Para entendernos mejor: Se trata de una alteración
genética producida por la presencia de un cromosoma extra (o una parte de él)
en la pareja cromosómica 21, de tal forma que las células de estas personas
tienen tres cromosomas en dicho par cuando lo habitual es que sólo existan dos.
Es un error congénito que se produce de forma espontánea y sin una justificación
que se haya encontrado hasta el momento.
Seguramente, de los llamados discapacitados, este colectivo
sea el que más ternura provoca. Cuando son niños son muy cariñosos, y cuando
son adultos son muy fieles amigos y unos trabajadores muy implicados. Si algo
les caracteriza a todos es la sinceridad pura con la que siempre se expresan. Recuerdo
el primer niño con síndrome de Down que conocí. Yo tenía 2 años, y aunque mis
recuerdos de mi más tierna infancia no son muchos, sí consigo rememorar las
primeras impresiones que me provocó. Fue un compañero de clase durante muchos
años. Una fantástica persona. Me acuerdo que me llamó la atención el rictus de
su rostro, tan diferente a lo que yo había visto hasta entonces. Siempre destacaba
por su alegría permanente y su afecto por todos los que le rodeábamos. Era imposible no tratarle con cariño, con
toda la bondad que emanaba. Le recuerdo como uno de los más tiernos recuerdos
que tengo de mi infancia.
Las dos celebraciones no parecen tener nada en común, pero
sin embargo guardan una conexión que he encontrado muy apropiada. Hablar con
alguien como mi amigo, compartir experiencias con él, jugar con él es algo
mágico. Tanto como es el poema de Antonio Machado que anima al caminante a
construir su propio camino hacia las estelas del mar. Las personas aquejadas
con síndrome de Down han sufrido varios cambios con respecto al actuar de la
sociedad para con ellos. Desde la incomprensión a la aceptación que hoy en día
se va extendiendo, y por la que su colectivo sigue luchando. Ellos, como el
caminante de Machado, se han ido construyendo su propio camino. No conocen el
abandono ni la vagancia. Luchan todos los días para que se reconozca su valía y
se les trate como personas normales. Y lo son. Más normales que la mayoría de
las personas que conozco. Tienen una pureza y bondad que es tan mágica como el
mejor poema de Bècquer. Su naturaleza es tan pura como las palabras que
evocaban los grandes poetas. Y su sonrisa, a fin de cuentas, es pura poesía.
que bien escribes mi querida eva me ha encantado de verdad y ni idea tenia de que era el dia de la poesia lo del sindrome de down si que lo sabía me ha gustado mucho aqui te dejo mi firmita espero que me firmes y tal yo siempre me pasare por aqui cuando vea que has actualizado un besazo grande bella a ver si te veo pronto
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