Pensamientos y sucesos que llaman la atención de una mente extraña

jueves, 8 de marzo de 2012

EL TRABAJO EN LA SOMBRA

Llevaba un tiempo buscando el tema adecuado para empezar este blog, pero no encontraba suficiente inspiración ni motivación. El caso es que hoy se me ha encendido la bombilla. Me parece lógico, desde un punto de vista algo retorcido, comenzarlo el 8 de marzo, que celebramos el Día de la Mujer Trabajadora. A mi, que soy una absoluta seguidora de cualquier cosa que entrañe ironía, me pareció adecuado. Simplemente porque yo soy una mujer que busca trabajo, pero de momento estoy estancada en el quiero y no puedo.  No sé si yo podría entrar en esta calificación, pero dado que en mayo haré un año de licenciada en paro podría decirse que he hecho del desempleo mi trabajo. Así que, chicas, compañeras, mujeres, ¡va por nosotras!

Cuando consideré comenzar a escribir sobre este día lo primero que pensé fue en el tema. ¿Por dónde enfocarlo? Un día como este tiene mil vertientes a las que acudir, cada cual más interesante. Me documenté en primer lugar sobre el incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist en Nueva York, producido el 25 de marzo de 1911. Esa tragedia que les costó la vida a 146 trabajadoras textiles que fallecieron por las quemaduras, la inhalación de humo o en su intento de escapar del fuego, obligó a importantes cambios legislativos en las normas de seguridad y salud laborales e industriales. Se le considera el inicio de este día honorífico, pero lo cierto es que días antes ya se habían celebrado en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza distintos mítines en favor de los derechos de la mujer a los que acudieron más de un millón de personas.

Luego pensé en enfocarlo por otro lado. Quizá denunciando la violencia machista, aún demasiado presente en nuestra sociedad y que le ha costado la vida a 9 mujeres en lo que va de año en España (67 durante todo el año anterior). Como realmente me entristece demasiado ese tema y no quiero empezar con el blog mostrándome pesimista, volví a considerar otro tema. Esta mañana publicaron en distintos medios que el número de mujeres que están en paro en España asciende a 2.358.834 (entre las que me incluyo). Supongo que esas cifras no serán exactamente las reales en estos momentos porque desde que recogieron los datos algunas mujeres más habrán perdido su empleo y puede que alguna afortunada haya encontrado trabajo. No bromeo, no es del todo imposible. Elena Salgado ha conseguido un trabajito muy mono y muy bien pagado apenas tres meses después de dejar de ser ministra. Y encima consigue permanecer con su antiguo sueldo además del nuevo (maravillas de ser político, siempre supe que me equivoqué de profesión). Por no hablar de los tres sueldos que se lleva calentitos María Dolores de Cospedal por ese trabajo tan duro que realiza. Son de admirar, no hay duda. En fin, que llamó la atención la cifra, no voy a negarlo. Pero como seguía siendo un tema que me deprime también mucho por la parte que me toca, pasé página.

Podría hablar de las últimas perlas del ministro Gallardón sobre que el derecho por excelencia de una mujer es la maternidad, aunque casi me parece que en su opinión es más un deber que un derecho. O podría hablar de esa corriente de hombres que intentan manchar la lucha por la igualdad asegurando que nuestro interés es quedar por encima de ellos. Aquellos que nos llaman feminazis y que aseguran que les vemos como el enemigo. Puedo asegurar que jamás he visto a ningún hombre como a un enemigo, pero puede que tenga que comienzar a considerarlo con esa especie de cavernícolas. En fin, también me planteé hablar sobre la vida de la mujer en otros países o sobre la dificultad que entraña ser activista feminista en países árabes. Pero quizá son temas que aún me queden grandes.

Lo justo sería ensalzar a aquellas mujeres que dedicaron todo su empeño en conseguir todos los derechos que hemos adquirido las mujeres de hoy en día. Mujeres como  Clara Campoamor, defensora del sufragio femenino sin limitaciones. O como María Telo, que consiguió reformar el Código Civil que hasta 1975 impedía a las mujeres realizar cualquier función administrativa o jurídica sin el permiso de su marido. Son mujeres a las que les debemos muchos derechos obtenidos y que nos permiten seguir luchando por la igualdad. Pero yo quiero dedicarle este primer artículo a la mujer más trabajadora y luchadora que conozco. Aquella que será la responsable de cualquier cosa positiva que yo consiga a lo largo de mi vida: Mi madre.

Con ella quiero homenajear también a ese gran colectivo de mujeres que trabajan en el empleo más precario, peor pagado (o mejor dicho sin sueldo) y con peor horario que existe: Las amas de casa. Esas mujeres que son el pilar fundamental de su familia, que no se permiten estar enfermas, que son las más fuertes en la adversidad. No, no me pondré a cantar esa laureada canción (‘Somos madres’) que se hizo famosilla en los mítines del Partido Popular de las pasadas elecciones, y que aún me produce urticaria recordar. Me refiero a esas mujeres que sacrificaron sus propios sueños al tener hijos o por cuidar a familiares enfermos. A esas madres que se levantan antes que nadie y se acuestan las últimas. Aquellas cuyo hombro siempre es el más dispuesto y que las palabras cansancio o renuncia no están en su vocabulario. Son las menos valoradas pero su trabajo es el más importante; el engranaje que hace girar la rueda.

Seguro que para muchos es conocida la expresión: “Si yo no estuviese se os comería la mierda”. Todos la hemos oído alguna vez, y aunque la escuchemos de pasada y a medio gas yo estoy convencida de que es una de las mayores verdades que he oído. Creo firmemente que no habría una huelga más dañina que si todas las amas de casa del mundo se pusieran de acuerdo para cortar el grifo. Se paralizaría todo; como un castillo de naipes todo se derrumbaría. Pero, como ya he dicho, en su vocabulario no están las palabras renuncia y egoísmo. Y por eso siguen en su trabajo en la sombra, sin reconocimiento y sin valorarse su esfuerzo, porque muchos consideran que es lo que “les toca hacer”. Este pequeño homenaje no sirve de nada, pero al menos dejo ver mi admiración por el sector de trabajadoras a quienes menos se les agradece su trabajo. El agradecimiento que le debo, y seguiré debiendo, a mi madre, no podré demostrarlo nunca suficientemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario